Ni Condena ni Absolución

Montevidéu, Uruguai – El Dia, 15/09/1979
Enrique Estrázulas

Un Perro Aullandole a la Luna — por Antônio Torres. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1979.

Com Guimarães a la cabeza, el propio Jorge Amado y su famo­so mito bahiano, Clarice Lispector, Erico Veríssimo, Drum­mond­ de Andrade y otros, la literatura brasileña está con­­­­siderada, por más de una opinión autorizada como clave dentro de las letras latinoamericanas. Al respecto, el mexicano Juan Rulfo fue explícito en sus declaraciones recogidas recientemente por la prensa argentina, durante su bravo estadía en Buenos Aires. De modo que la literatura del subcontinente escrita originalmente en portugués, no es ni tan “relegada” ni tan poco difundida internacionalmente como han pretendido denunciar algunos criticos brasileños, más precisamente en la última Feria de Frankfurt, durante los extensos-coloquios. Esa situación de estéril competencia entre los que escriben en castellano y los que dominan el portugués, comienza a desaparecer en América Latina. Brasil ha abundado en ejemplos nuevos, de nuevos escritores, como Piroli en su novela “Los rios se mueron de sed”, Ary Quintella en su nou­velle “Sandra Sandrinha” etc. Ahora tenemos a Antônio Torres: es, en si mismo, el escritor de la generación perdida, no como rótulo a una generación lite­raria, sino como de­nominación de una situación social vivida por los jóvenes de la última década en el exótico país del norte.

Lo más importante de esta novela, se encuentra en su trasfondo social, en su tono de desesperación, contenido por el sobrio procedimiento do composición del escritor. La carga emocional de cada uno de los personajes es evidentemente­ un descubrimiento dejado libremente a la captación sen­­­sible del Iector. Antônio Torres presenta a los personajes fun­da­mentales mediante signos, iniciales que se encargan de indicar que el narrador voluntariamente se niega a iden­tificarlos. Pero tras esse anonimato — que sin duda alguna es nada más que aparente — se encuentran varios hombres, hay una pluralidad humana notoria, a la vista o latiendo en la tónica del enjundioso texto. Es una generación enganada por una escala de valores falsos. Y se divide en núcleos de diferente problemática social: cada núcleo es un personaje.

“La sorpresa que causó esta revelación — dice a propósito de Torres el critico Celso Japiassú en el prólogo — trajo apare­jado el deseo de encontrar una salida, reflejándose en la búsqueda caótica y desesperada que llevó, inclusive, al consumo de drogas y a una perplejidad no sólo mal comprendida sino hasta reprimida con violencia.” El libro no critica lo que capta y pone ante el lector a veces con la fuerza de un punetazo. No condena ni absuelve. Muestra, nada más, y emociona, con un lenguaje claro y agresivo, pero literalmente creativo. El perro que le aúlla a la luna está solo y busca algo distante, que no sabe muy bien qué es, pero que, sin duda, tiene que ser mejor que las ataduras que lo sujetan. El camino que puede llevar a la libertad transforma a los personajes en viajeros enrolados en una peregrinación intensa y angustiante, dentro y fuera de si mismos, que sólo podría completarse con la comprensión, de la grandeza, de la violencia y la miseria que están presentes en T. y en A., dos de los personajes que Antônio Torres pone ante nosotros y que se transforman en un, espejo para reflejar nuestras propias caras.”

El estilo de este joven narrador norteño, subraya con ferocidad casi morbosa la realidad, mientras que el lector tiene a su frente — a raiz de ese procedimiento literario — la posi­bilidad de opinar y juzgar. Cuando un narrador no abre juicio y pinta tan admirablemente un panorama social, cuando queda todo liberado a los ojos anónimos de los lectores, a la con­ciencia de esos seres desconocidos, no hace más que mostrar un cuadro. Y, además, su talento indudable cuando Ias conclusiones son ajenas y la sugerencia es suya. A Torres le pertenece el gran fresco psicológico de esta obra que no es deliberadamente social, ni comprometida al estilo de los que en su compromiso alimentan su propia vanidad. Ante todo, quien escribió esta novela es un narrador de primera línea. Y dentro del panorama de la moderna literatura brasileña, con esta obra de aliento medio, pero de fortaleza subrepticia, Torres ya tiene un sitio intransferible como literato, pero también como hombre hondamento preocupado por su tiempo, por su país lleno de contrastes, de dolor y de vida.